Hubo una gran participación en el primer concurso, asi que para los que se han quedado con ganas de más, aqui viene otro. En este concurso, hay que escribir un microrrelato. Normas:

- Límite de 500 palabras.
- Debe de aparecer uno o varios animales en el microrelato.
- Debe de empezar por: "Y allí estaba yo"

Limite de entrega hasta el Viernes 21. Dias 22, 23 y 24 hasta las 16:59 son para votar. El Lunes 24 a las 17:00, se anunciará el ganador. Se necesitan 2 jueces que no participen para desempatar (en caso de que hubiera un empate). Si alguien quiere presentarse, que lo diga. Suerte a los participantes.

Jueces para desempate:
- Sherlock
- Knox
- Mykonos

Premio: Un dibujo hecho por Knox. Muchas gracias por ser voluntario

El premio? o:

Knox escribió:El premio? o:

¿Solo quieres el premio? Que mal Knox, me esperaba algo más de ti. Estamos aqui para pasarlo bien, y tu solo piensas en el premio. Me has decepcionado...
Nah, es broma xDD Es que premio, es difícil dar uno. Se puede hacer un dibujo, pero yo no se dibujar, asi que tiene que haber algún voluntario para que le haga un dibujito al ganador. Se podria dar otro premio (como una firma para el foro, o un avatar), pero lo mismo. Quien quiera presentarse para hacer un dibujo o algo al ganador, que lo diga. Se lo agradeceremos mucho. Un saludo.

Visto lo visto me autoproclamo segundo juez y dibujante del premio.
Un dibujo. Maximo dos personajes, entintado y coloreado sencillo, nadad muy dificil. Cualquier tematica menos caca, gore y pañales con regalitos.

Si a alguien se le ocurre un premio mejor que lo diga sin cobardia, con un buen par de gonadas y que lo haga. Hale, pues ya sabeis el premio, ahora participad, 'josdepú.

Aquí va mi relato...

ASISTENCIA PÚBLICA...

Y allí estaba yo... Con mis posaderas en un frío banco de oxidado metal, en aquella sala de mugrosas paredes desconchadas. Las luces de neón titilaban y empezaba a ponerme impaciente... Me picaba una de las alas y las desplegué, con la punta de uno de mis cuernos me rasque la zona del comezón...

Una perra mestiza de raza indefinida entro por una de las salas contiguas, la escuche balbucear algo y entrego su cachorro a la vieja grulla hermanita de la caridad... La indigna madre salió del inmueble de la Asistencia Pública. Encendió un cigarrillo y lanzo la cerilla a un cubo de basura lleno de lenguas y de pequeños huesos...

La vieja grulla hermanita de la caridad entro en la mal iluminada sala, y yo, hirsuto, gruñí y mostré mis colmillos amarillentos...

-"Aquí tienes tu comida"- Dijo la vieja grulla, entregándome el cachorro...

-"Un poco delgado"- Comente mientras comenzaba a devorar al pequeño ser que gimoteaba... -"Pero muy jugoso"-...

Esta historia no debe escandalizarles, es muy normal... ¿Como creen ustedes que nos alimentamos los monstruos y los pobres depredadores, en una sociedad tan controlada por la policía y los poderes como la nuestra?...

Vbik.

Que lo disfruten...

(Edito)... He corregido algunas palabras, creo que es lo justo que si los demás usuarios quieren también hacer correcciones en sus relatos lo hagan...

Y allí estaba yo. El último que ingresó en el hospital improvisado. Toda la granja había caído. Yo era el último. Se demostró así que se contagiaba por via aérea pues estaba aislado... Pensaba que estaba seguro. Pero no. Ahora todos habíamos caído. Ahora todos estábamos infectados. Mi piel mutó. Mi cuerpo mutó. Me salieron orejas puntiagudas, mi vello se volvió blanco, mis dientes crecieron o encogieron hasta ser un maldito conejo antropomorfo más. El doctor (o veterinario, qué más da), con su pinta conejil, me dijo que ya me daba el alta. Otro más para la enorme conejera. Y entré con los demás, y olí su piel. Y me miraron con deseo. Yo aguanté todo lo que pude, pero al cabo de sólo 4 días era un conejo antropomorfo más, haciendo con ellos todo lo que ellos hacían... No pude resistirme al instinto, al deseo, al placer, al calor de la piel, al orgasmo increíble,tan diferente, tan habitual, tan seguido. Y bendije al virus. Y bendije mi vello blanco, mi cuerpo de conejo, y bendije a los dulces y sexys conejos que me rodeaban. ¿Y qué importaba si antes fui una rata que vivía bajo la cocina de la granja? Ahora era un conejo antropomorfo, y créeme, me daba igual que penetrase al hijo del granjero o a un pato pues ahí todos éramos ahora conejos antropomorfos. Ahora soy feliz. Yo y todos los demás.

Y allí estaba yo, Isamu, caminando entre aquellas yermas tierras infestadas de armas rotas,cuerpos inertes y el frío viento de poniente que arremetía en mi contra y que susurraba por doquier ecos de muerte entre la espesura que recorrían mis magulladas patas. En aquel vasto lugar maldito por la locura de los poderosos, reuniendo todas las fuerzas que aún quedaban en mi cuerpo tras haber burlado lo que hubiera sido una muerte segura, miraba al horizonte contemplado aquellas negras nubes amontonadas sobre los dominios del Montis Fatum.

La Montaña del Destino no podía haber influido mas respeto ante mis ojos en ese momento de lo que había hecho en toda mi vida, pues aquellos pilares de fuego que provenían de las oscuras nubes que permanecían impasibles sobre los cielos de la misma,que perfectamente mitigarían hasta la mas parva de las esperanzas, me estaban avisando de que el tiempo se me echaba encima, así que debía darme prisa y llegar allí antes de que fuese demasiado tarde.

Cerraba el puño de mi zarpa derecha con fuerza sosteniendo el báculo esmeralda que tantas penurias nos había provocado y del que tanto dependía si quería salvar a mi hermana, estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguirlo, Dan y Eildrim habían muerto y si no conseguía sacar a Fay del abismo en el que se encontraba jamás podría perdonármelo. Sabía que estaba viva, desde que conseguí el báculo podía oír como su voz gritaba mi nombre en sueños.

Varias horas pasaron de tanto caminar hasta que llegué a la base de aquella montaña, ante mi se hallaba la pendiente que conducía hasta el viejo templo en la cumbre del inmenso cúmulo de rocas.

Miré al frente y di con decisión el primer paso en ascensión, mas para mi sorpresa las enormes espirales de fuego comenzaron a moverse incansablemente formando una órbita perfecta alrededor de la montaña. Sobresaltado por esto comencé a correr en dirección a la cima presa de la angustia.

Mientras corría, escuché entre relámpagos un resonar cerca de mí. Sin detener mi marcha observé como el báculo que sostenía en mi zarpa derecha reaccionaba comenzando a brillar despidiendo aquel sonido que se hacía camino hasta mis orejas entre tanto caos.

Continué hasta que llegué a aquellas ruinas devastadas del templo erosionado por el tiempo y la guerra en el medio del cual había un lago con un pedestal de piedra.

El báculo parecía resonar con un tono mas agudo indicándome el lugar sobre el que debía dirigirme.

Me metí en las frías aguas y nadé hasta alcanzar la superficie del centro donde dejé el báculo, y éste al instante levitó sobre el pedestal abriendo una brecha mágica luminosa a mis espaldas. Ahí se encontraba la única persona que me quedaba en el mundo y tras llegar tan lejos han muerto todos salvo mi hermana, he perdido mi hogar, lo he perdido todo y ni siquiera tengo armas,lo que haya ahí dentro puede ir preparándose por que tampoco me queda miedo.


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500 palabras justas.

Y allí estaba yo, tocándome las gónadas, una bella tarde de dia laboral.

Ostia puta, ¿Un dibujo de Knox? - exclamé sorprendido al ver el premio del segundo concurso, a mi parecer, menos coñazo que el primero. En verdad, si me apuntaba era solo por el premio, por supuesto, no iba a malgastar mi tiempo escribiendo cuatro chorradas para una mierda de compensación, no; así que comencé a indagar sobre el modo en el que podría hacer un cuento lo suficientemente moñas como para llevarme tan bonito trofeo.

Pero había un problema, como escritor no valía tres cuartos y las ideas que rondaban mi cornuda cabeza tan solo me inspiraban historias cutres cual vídeo porno barato. Quería ser original, innovador, e inventar algo tipo a... qué se yo, cualquier cosa me valía, si esos vampiros faker de Crepúsculo habían tenido éxito, pues yo también - Vamos cierva ambiciosa, usa tu cerebro por una vez - murmuré, molesto con mi repentina incapacidad.

Cagontó, así no hay quien haga nada, lo dejo para luego - solté lapiz y papel para irme directo a la nevera, agarrar con saña el helado del congelador y sentarme en el sillón a ver si la tele me echaba un cable. Error. No habia nada en los puñeteros 27 canales y terminé poniendo la película de Bambi por tropecientagésima vez, por lo que mi mente quedó K.O al visualizar una vez más los traumas infantiles que me provocaba ver al pobre bicho sin madre. Esos cazadores podían haberse dado el escopetazo en - con todos mis respetos - el orificio anal. Cabrones.

Me dí una ducha rápida, para despejar y tal, tú sabes. Volví a mi cuarto, me senté en el suelo, tomé mi estilógrafo con precisión milimétrica acercándolo cada vez mas a esa cosa en blanco conocida vulgarmente como foliodinacuatro, dispuesto a redactar la mejor obra absurda sin sentido alguno de todos los tiempos y ponys gheis conocidos, haciendo vibrar de emoción al papelucho en cuestión que ansiando ser mancillado por la tinta del mecánico aparato aguardaba, cuando...!

Paso. Me voy a jugar al wow

Y el papel se quedo con las ganas.

Rehabilitación


Y allí estaba yo, sentado en mala posición, regurgitando la misma indiferencia hacía casi una hora hacia las historias de los otros siete u ocho presentes en aquella sala. Hablaba un erizo, viejo conocido, compañero de vicio, describiendo con sus ojeras y su tez más pálida de lo normal el éxito de su desintoxicación. Tres semanas ya, por lo que he podido pescar entre un bocezo y otro. Qué héroe.

Formábamos un círculo de sillas de plástico encabezado por un cuervo demasiado negro como para atraer buen augurio. Era el más viejo y el que nos guiaba hacia el buen camino, hacia una vida libre de nuestro vicio. Todos los animales estábamos allí para dejar nuestra vida de noches en claro, deshidratación, malformaciones musculares, ojos rojos y mentes debilitadas y monotemáticas. El mal mayor de la sociedad.

–Hreter? –La voz del cuervo resonó por mi mente, despertándome de un trance más –.Querrás compartir tu experiencia esta semana?

–Paso.

–Oh, vamos –Insistió –. Estamos aquí para ayudarnos.

Hesité, mirando al suelo.

–Venga, puedes hacerlo –su voz era sutil, pero firme, gentil pero imperativa. Poco a poco los demás se unieron a su insistencia, pidiéndome que hablara, que lo escupiera. Una nutria de mirada distante y que abrazaba una rodilla, una lince incapaz de mirarle a nadie a la cara, un par de zorros irrequietos y los demás, todos empurrándome contra la pared, haciéndome sofocar. Quería volver a mi indiferencia, cumplir la hora y media de sesión semanal que me impuso mi psiquiatra y volver a mi casa, a mi habitación y… y…

–¡Lo hice! Lo hice, ¿vale? He tenido una recaída. ¿Qué digo? ¡He tenido una recaída del copón! He estado encerrado en mi habitación toda la puta semana mirando porno, tocándome todo lo que ni siquiera sabía que tenía. ¡Tengo estas ojeras por mi dedicación a romper tu jodida rutina, la rutina que me estaba enviando la vida a la puta mierda! No solo la mía, la de estos putos desgraciados también, quiénes sin porno no son nadie, no son capaces de nada, porque el porno les motiva, les deja probar las maravillas del mundo algunas veces al día, muchas veces a la semana, ¡hasta que sienten que les falta saliva! ¿Y por qué no?

Murmullos en las fronteras del círculo. Los adictos, todos, me miraban en choque, el cuervo, totalmente descolocado, intentaba desatragantarse con el pico medio abierto. Me aproveché de la estupefacción general y me subí a la silla, urrando.

–Si tenemos que vivir sin lo que nos hace feliz y sentirnos personas, ¿por qué vivir? Si se nos obliga llevar una vida recta y monótona, ¿qué nos motiva seguir respirando? ¡Levantaos! ¡Levantaos, escoria adicta al porno! ¡Marchad por esta puerta hacia vuestros ordenadores, y cascáosla por vuestra felicidad! ¡Una paja por la vida, otra por la LIBERTAD!

Y marchamos todos bramando, tal cual ejército en éxtasis, de aquél sitio gris. Hacia un sitio mejor, de donde nunca deberíamos haber salido.

Hreter escribió:...

Hreter, revisa el texto, hay más de 500 palabras. Un saludo.